Notas rápidas sobre el chicken game
Trump juega con incertidumbre estratégica. México y los mercados tienen que dejar de tratar de predecirlo – aunque la apuesta es demasiado alta como para pisar el freno sin un plan
El juego de la gallina
Cuando vi la reacción del Gobierno de México frente a las declaraciones de Donald Trump pensé inmediatamente en el juego de la gallina. La premisa es sencilla. Imagina una carretera de un carril, sin líneas de seguridad e iluminada solo por los faros de dos coches. En uno, va Trump al volante. Digamos que en un trailer de Tesla, dominando el asfalto. En el otro, va Claudia Sheinbaum con un prototipo del Olinia compacto. Van frente a frente y acelerando.
Si ya lo estás viendo y tratamos esta situación como un juego, alguno de los dos debe girar antes de estrellarse. La probabilidad teórica de que alguien gire debe estar en 50/50, pero alguien que ya ha jugado este juego antes, entiende que en un juego óptimo, el que esté influenciado por menos fuerza es probable que gire antes. Y México giró primero.
En este momento todos los medios están dominados por las opiniones de lo que pasó, está pasando y puede pasar. Probablemente la que tendrá más impulso el resto de la semana es el alivio del mercado y los indicadores de que se suspenda esta estrategia antes de que termine el mes. Polymarket hoy tiene un 25% de chance que Trump elimine por completo la idea de las tarifas antes de marzo.
Sin embargo, otra línea narrativa va a ser la victoria de México. La realidad es que las pausas no son victorias. La vuelta del volante implicó que Estados Unidos ganó la mano porque México ya pagó. Lo hizo con 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera y aceptando, de alguna manera, que el problema del fentanilo es mexicano, aunque el verdadero motor del desastre es la incapacidad de su gobierno de frenar el lavado de dinero y regular a las farmacéuticas que originaron el caos.
En esta lógica, la pausa implica que la siguiente ronda doblará la apuesta y tenemos que tener claro que Washington está lejos de tener un ataque de conciencia para moderar su mano.
Lo que importa es el proceso
Lo que realmente es relevante de ver es el proceso que se ha seguido para manejar el enfrentamiento. Sigo creyendo que es un dilema de teoría de juegos, pero con unos giros interesantes previos. Para empezar, porque el chicken game es un modelo que castiga la falta de estructura. En este caso, no es una simple cuestión de quién cede primero, sino de quién tiene un proceso más estructurado para manejar la incertidumbre.
En este momento, tanto la opinión pública, el Gobierno Federal y la industria –sea la manufactura, el comercio o la política misma– no está en jaque porque Trump haya impuesto aranceles. Está en jaque porque Trump ha convertido la incertidumbre en su ventaja estratégica. Para nosotros los mexicanos, uno de los mantras heredados de la revolución institucional es que en estos juegos no hay sorpresas, sino sorprendidos. ¿Por qué? Porque el bluff de Trump es transparente: ataca1, escala la tensión y espera que el otro ceda primero.
Pero hay una diferencia crucial entre la incertidumbre normal y la incertidumbre estratégica. La primera es un problema de información incompleta. La segunda es un edge que alguien ha construido deliberadamente para que sus rivales se desgasten tratando de entenderlo.
Trump juega con incertidumbre estratégica.2 México, las empresas y los mercados tienen que dejar de tratar de predecirlo y empezar a jugar contra la estructura de su juego. Es decir, amenazas que pueden diluirse en la inercia. Aunque la apuesta es demasiado alta como para pisar el freno sin un plan.
En el fondo, el problema es que aunque el choque no ocurrió, el daño sí. México, y también Canadá, cedieron lo mismo que hubieran hecho sin la presión de los aranceles. Estados Unidos también, con el control de armas. El problema real es que si solo reaccionas cuando tienes el cofre de frente, nunca estuviste jugando, solo intentando sobrevivir en tu Olinia.
Esta jugada es clásica de su manual Art of the Deal.
Esta incertidumbre suele ser mal aceptada por el votante norteamericano. Sobre todo cuando se convierte en un asunto de economía nacional, directo o en la percepción. Los ejemplos más recientes pueden estar en cuando Barack Obama no logró solucionar la crisis financiera y los republicanos arrasaron en 2010 – o incluso el mismo Trump, cuando cerró el gobierno en 2018 y su aprobación se vio perjudicada.
Excelente artículo mi querido Rubén, totalmente de acuerdo contigo en la narrativa del juego de la gallina.